– Coloca los tomates, la cebolla y los dientes de ajo en una olla grande o cacerola. Cúbralos con agua, coloca la tapa de la cacerola y cocine a fuego alto hasta que comience a hervir; Una vez que el agua comienza a realizar el proceso de ebullición reduzca el fuego a fuego lento. Cocine hasta que los tomates estén suaves y las pieles se estén pelando. Retira la piel de los tomates.
– Con cuidado, coloca sólo los tomates, la cebolla y el ajo en una licuadora y licúa hasta que tenga una salsa muy suave. (Agrega unas cuantas cucharadas de agua a la licuadora, sólo si su licuadora está teniendo dificultades para procesar la salsa)
– Utilizando un colador, vierta la salsa en un frasco de vidrio y una vez que estén completamente frescos, guárdelos en su refrigerador; la salsa durará aproximadamente 4 días. Úsala según sea necesario para sus sopas u otras recetas.